Perdonar y pedir perdón
hace libre al hombre y hermosa al alma.
Quien perdona, sea cual
sea la frecuencia con que su prójimo ha pecado y peca contra él, no carga su
alma. Y también mantiene su cuerpo libre de cargas.
Quién perdona de
corazón, perdonará una y otra vez, sea cual sea la frecuencia con que se peque
contra él, con sensaciones, pensamientos, palabras o actos.
Quien perdone a su
prójimo sin pensar sobre él de forma contraria a la ley divina, no estará atado
al pecador.
Pero quien piensa
negativamente sobre el pecador, está atado al deudor de modo correspondiente a
la intensidad de sus pensamientos.
Jesucristo
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