Poco a poco la ciencia comienza a comprender algunos aspectos de las energías curativas. Para poder desarrollar una teoría científica sobre los efectos de Reiki es necesario ocuparse de los campos magnéticos que produce todo ser viviente.
El
médico Dr. James Oschman describe este fascinante tema en
un libro
recientemente publicado: “Energy Medicine, The Scientific Basis”. Se sabe desde hace bastante tiempo que nuestro
cuerpo es atravesado por la corriente eléctrica. Fluye a través de nuestro
sistema nervioso y forma parte de las fuerzas de autocontrol de nuestro cuerpo.
Cada órgano y cada tejido de nuestro cuerpo está comunicado con nuestro sistema
nervioso. Desde este sistema y partiendo del cerebro se emiten las señales que
controlan todas las actividades corporales. También dentro de las células y
entre ellas circula corriente eléctrica. Muchas de ellas contienen incluso cristales líquidos. Estos cristales vivientes
se alojan en las membranas celulares, en la mielina de los nervios y en otros
lugares. Cuando se ejerce presión sobre los cristales, estos producen descargas
piezoeléctricas. Por esta razón los cristales líquidos del cuerpo generan
constantemente corrientes eléctricas. Estas corrientes se relacionan a menudo
con otras cosas. Esto significa que, al igual que ocurre en el láser, las
frecuencias están al unísono con un cierto entorno. Tales vibraciones láser
pueden propagarse dentro del cuerpo e irradiar hacia su alrededor. Esto hace
recordar los posibles efectos curativos del sonido del tambor. Cuando la
presión de un golpe de tambor actúa conjuntamente con el tejido corporal, se
producen campos y corrientes eléctricas rítmicas que influyen en la actividad
biológica de los tejidos.
Existe
además otro sistema nervioso, el sistema perineural. Está compuesto por una
capa de tejidos entrelazados que rodean el sistema nervioso. Han sido descritos
por Robert O. Becker en una serie de artículos. Más de la mitad de las células
cerebrales son células perineurales o gliales. Debe imaginarse al sistema
perineural como un segundo sistema nervioso que trabaja con corriente continua.
Es dirigido por las células cerebrales y toma parte activa en todo proceso de
curación. Si una parte del cuerpo se encuentra dañada, el sistema perineural
genera un potencial eléctrico en ese lugar, que advierte al cuerpo del daño.
Con ayuda de ese potencial eléctrico el sistema perineural dirige células hacia
el lugar lastimado, como glóbulos blancos, fibroblastos o células móviles de la
piel. El potencial eléctrico se modifica durante el proceso de curación. El
sistema perineural es además muy sensible a los campos magnéticos exteriores.
Cuando la corriente eléctrica fluye a través de un conductor, siempre aparece
alrededor suyo un campo magnético. Las corrientes eléctricas en el cuerpo
humano producen campos magnéticos, denominados campos biomagnéticos. Penetran
en el cuerpo y lo rodean. Se han podido mensurar estos campos por medio de medidores
biomagnéticos sensibles. El Dr. John Zimmerman de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Colorado utilizó un así llamado SQUID (Super Conducting Quantum
Interference Device) para medir los campos biomagnéticos de muchas partes del
cuerpo, por ejemplo, el cerebro, el corazón y distintos órganos.
Estos resultados biomagnéticos nos ayudan a comprender las funciones del cuerpo y a diagnosticar enfermedades. El más potente de los campos biomagnéticos se haya localizado en el corazón.
Ha llegado a ser medido a una distancia de 4.50 metros. El cerebro y otros órganos están rodeados de sus propios campos biomagnéticos. Estos campos pulsan con distinta frecuencia y actúan en forma interrelacionada.
Cuando
un órgano está sano tiene una frecuencia determinada, si se enferma esta
frecuencia se modifica. Todos estos campos biomagnéticos conforman un gran
campo biomagnético que rodea el cuerpo. Efectivamente se corresponde con lo que
denominamos aura. Por esta razón,
aún cuando existen otros aspectos, el campo biomagnético es uno de los
componentes principales del aura.
Estos
campos tienen a su vez influencia sobre otros campos que se encuentran en las
proximidades, aún sobre los de otras personas. Este principio se denomina
inducción. Significa que un campo magnético puede actuar sobre otro, en la
medida en que produce cambios en el campo o modifica incluso la intensidad y
frecuencia de la corriente eléctrica que circula en su conductor. Es decir, el
campo biomagnético de una persona puede actuar sobre el de otra y de esta
manera influir a veces sobre el bienestar general así como sobre el
funcionamiento de los órganos y los tejidos. De este modo se define el
verdadero significado del concepto “personalidad de gran magnetismo”.
Al
mismo tiempo es el fundamento científico del hecho de que una persona puede
producir un efecto terapéutico sobre otra. Desde un punto de vista científico
la piel no representa el límite de una persona, sino que su personalidad se
extiende hacia el entorno. Sabemos, por experiencia personal, que esto es
cierto, ya que cada uno de nosotros alguna vez ha sentido la presencia de
otros. Esto está ahora probado e incluso explicado científicamente.
También
las manos están rodeadas de campos biomagnéticos. Se han medido los campos de
los terapeutas durante los tratamientos y se comprobó que eran mucho más
intensos que los de las personas corrientes. Se utilizó un simple medidor
magnético compuesto de dos bobinas de 80.000 vueltas cada una y se lo conectó a
un amplificador. Las manos de los terapeutas alcanzaron un valor de 0.002
Gausios, lo cual es mil veces más alto que cualquier otro campo que emite el
cuerpo. El campo pulsó con diferentes frecuencias entre 0.3 30Hz, oscilando
mayormente entre 7 y 8 Hz. La fuerza curativa en las manos es producida, al
menos en parte por el sistema perineural. Este sistema rodea los nervios y
ofrece un camino para la corriente continua. Las corrientes son moduladas por
impulsos cerebrales que, a su vez, son dirigidas por el tálamo.
Las
manos emiten posiblemente también otros tipos de energía que tienen efectos
terapéuticos. Hay ciertos indicios de que las manos de los terapeutas irradian
rayos infrarrojos, microondas y otras variedades de fotones, a los que
responden los sistemas biológicos. Si la persona está enferma, las frecuencias
biomagnéticas de uno o varios órganos no se encuentran en la franja saludable.
El científico Herbert Fröhlich, quien descubrió muchas cosas interesantes sobre
los campos biomagnéticos del cuerpo, lo describe del siguiente modo: “Un
componente formado por células, por ejemplo el tejido o un órgano, dispone de
frecuencias combinadas, que regulan procesos importantes, como por ejemplo la
división celular. Estas frecuencias de mando son por lo general muy estables.
Si por algún motivo una célula modifica su frecuencia, las células vecinas
emiten señales que restablecen la frecuencia correcta. Pero si son muchas
células que pierden su ritmo, entonces la fuerza de las vibraciones combinadas
se va aflojando hasta que deja de ser estable. La pérdida de la cohesión puede
derivar en enfermedades o trastornos”.
Esta
interpretación coincide con la idea metafísica, según la cual una enfermedad,
antes de manifestarse corporalmente, comienza primero en el aura o en el campo
biomagnético.
Si
un terapeuta coloca sus manos en las proximidades de un órgano enfermo y
comienza su trabajo, el campo biomagnético que procede de sus manos se volverá
mucho más potente que el del órgano enfermo. Además, la frecuencia del campo
biomagnético de sus manos comienza a pulsar en la frecuencia exacta que
necesita el órgano enfermo. Dado que el campo biomagnético del terapeuta es más
potente que el del órgano enfermo, las frecuencias sanas son inducidas hacia el
campo del órgano enfermo. De esta manera se acomodan nuevamente en la franja de
la salud. Esto tiene a su vez efecto sobre las corrientes eléctricas que actúan
en las células y en el sistema nervioso dentro y fuera del órgano, así como
también sobre el normal desarrollo del órgano. De esta manera se produce la
cura.
Se
han realizado investigaciones sobre las frecuencias curativas para determinados
tejidos corporales. Los nervios sanan con una frecuencia de 2Hz , los huesos
con alrededor de 7 Hz y los vasos capilares con alrededor de 15 Hz.
Este
procedimiento también es posible en dirección inversa, si un terapeuta sondea o
busca detectar trastornos en el campo biomagnético del paciente. En este caso
el experto desplaza una o ambas manos colocándolas unos pocos centímetros por
encima del cuerpo y se concentra en lo que siente en sus palmas. El campo del
paciente modifica el de la mano del experto y este puede sentir ese cambio. De
esta manera el experto puede comprobar la existencia de trastornos en el campo
biomagnético del paciente.
Una
de las singularidades de Reiki radica en que la capacitación para practicarlo
se consigue a través de una sintonización. Reiki tampoco debe ser guiado por la
conciencia del terapeuta, sino que se guía a sí mismo, sin servirse para ello
de la energía personal del terapeuta. Sabiendo esto nos preguntamos entonces
como funciona la sintonización y el tratamiento de Reiki. La sintonización
podría despertar un aspecto innato en nosotros, que se mueve a un nivel de
inteligencia superior en relación a la totalidad, el bienestar y la curación.
Dado que esa inteligencia no es parte de nuestra conciencia, podría decirse que
llega a nosotros desde una fuerza supra consciente. Por otra parte, el hecho de
que nuestra energía personal no es “absorbida” demuestra que la sintonización
abre o activa una fuerza energética que se diferencia de aquellas mediante las
cuales cubrimos nuestras necesidades cotidianas de energía. Por esta razón
Reiki da sustento a la idea de que en
nosotros reside un potencial oculto, que muy pocas personas utilizan, pero que
puede ser despertado.
El
supra consciente dirige posiblemente la función del tálamo y del sistema
nervioso perineural, de manera que se produce la energía de Reiki y es llevada
al lugar dañado a través de las manos del terapeuta. La energía de Reiki es
probablemente una mezcla especial de distintas variedades de energía, entre
ellas la biomagnética. Ellas están condicionadas por el supra consciente para
transformarse en exactamente aquello que necesita la parte del cuerpo en donde
están apoyadas las manos, para que de ese modo vuelva a comenzar el proceso de
curación y también se lleve a buen término. Conociendo esto es fácil de
imaginar que la curación podría ser más profunda y efectiva, si estuviesen
comprendidos en ella aspectos más elevados del supra consciente, con el fin de
vincular fuerzas y frecuencias energéticas especiales, de manera que la
curación se produzca más rápidamente y en casos aún más complejos. Para ello se
necesitan combinaciones especiales de amor,
compasión y misericordia,
por medio de las cuales el lugar dañado logra
abandonar con mayor rapidez las viejas estructuras y recuperar su salud. Puede
compararse esta situación con la de un mecánico experto, que gracias a su
experiencia puede reparar incluso aquellos automóviles frente a los cuales
otros mecánicos no tienen soluciones. Mientras tengamos una comprensión cada
vez más amplia y nos curemos a nosotros
mismos de manera profunda, seguirá despertándose más y más nuestro
potencial de curación y nos pondrá en contacto con los aspectos más elevados
del supra consciente. ¡De este modo seguiremos desarrollando capacidades cada
vez mejores! Algo típico de los campos biomagnéticos es la pérdida de potencia a medida que crece la distancia con respecto a la fuente de energía. Las teorías arriba mencionadas explican el proceso de curación cuando el experto se encuentra cerca del paciente, pero entonces ¿cómo podría explicarse la curación a distancia, cuando el paciente está ubicado quizás a varias millas de distancia o incluso cuando vive del otro lado del globo?
Quizás
sean ondas escalares las que hacen posible la curación a distancia. Si dos
campos magnéticos tienen exactamente la misma frecuencia y están ubicados en la
fase opuesta, pueden anularse mutuamente. El efecto de los campos no se anula a
causa de esto, ya que siguen existiendo los potenciales que crean lo que
llamamos las ondas escalares. Estas ondas no actúan conjuntamente con los electrones,
como sí ocurre en el caso de los campos magnéticos, sino que lo hacen con los
núcleos atómicos. Ni una jaula de Faraday ni ninguna otra barrera las detiene y
se multiplican a cualquier distancia sin
perder su fuerza. Se sabe que pueden actuar incluso sobre tejidos
biológicos y que pueden favorecer la curación. Es posible que sean estas ondas
y no los campos magnéticos la principal fuente de los efectos curativos. Según
el Dr. James Oschman, “puede considerarse que los campos eléctricos y
magnéticos producen un efecto en el organismo, sin embargo, otros
investigadores suponen que ese efecto se debe en realidad a ondas escalares”.
Si bien las teorías antes mencionadas constituyen hasta cierto punto un aporte
para explicar los procesos de curación, subsiste sin embargo un aspecto no
develado tanto de estos procesos como del trabajo
espiritual.
Para
crear campos magnéticos y ondas escalares se necesitan cuerpos u otros objetos
físicos. Sin embargo, muchos terapeutas tienen experiencias directas con seres
superiores, los cuales producen la curación. Estos seres carecen de cuerpo.
¿Cómo se produce entonces su energía curativa? Estas preguntas son un buen
fundamento para desarrollar una mejor comprensión del acto de la curación y de
la naturaleza de la conciencia. Todo tejido corporal vivo compuesto de átomos y
moléculas está en contacto directo con las fuerzas de la naturaleza, que
influyen en su desarrollo. Es por cierto legítimo suponer que estas fuerzas se
transformaron con el desarrollo de la vida en parte de las funciones
corporales. Entre ellas se encuentran fuerzas conocidas y también otras
desconocidas.
En
la medida en que estudiemos los objetos vivientes y en especial a nosotros
mismos, tendremos la oportunidad de comprender las fuerzas más profundas y
secretas del universo. Probablemente la ciencia se siga ocupando del estudio de
las curaciones y de los mundos espirituales y de esta manera haga sorprendentes
descubrimientos, que permitan el desarrollo de nuestra conciencia y produzcan
un cambio en la vida sobre este planeta.
Artículo
tomado de: El Espíritu de Reiki. Walter Lübeck, Frank Arjava Petter y William
Lee Rand.
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