domingo, 28 de octubre de 2018

La búsqueda de una explicación científica de la energía de Reiki. Por William Lee Rand



Poco a poco la ciencia comienza a comprender algunos aspectos de las energías curativas. Para poder desarrollar una teoría científica sobre los efectos de Reiki es necesario ocuparse de los campos magnéticos que produce todo ser viviente.

El médico Dr. James Oschman describe este fascinante tema en
un libro recientemente publicado: “Energy Medicine, The Scientific Basis”.  Se sabe desde hace bastante tiempo que nuestro cuerpo es atravesado por la corriente eléctrica. Fluye a través de nuestro sistema nervioso y forma parte de las fuerzas de autocontrol de nuestro cuerpo. Cada órgano y cada tejido de nuestro cuerpo está comunicado con nuestro sistema nervioso. Desde este sistema y partiendo del cerebro se emiten las señales que controlan todas las actividades corporales. También dentro de las células y entre ellas circula corriente eléctrica. Muchas de ellas contienen incluso cristales líquidos. Estos cristales vivientes se alojan en las membranas celulares, en la mielina de los nervios y en otros lugares. Cuando se ejerce presión sobre los cristales, estos producen descargas piezoeléctricas. Por esta razón los cristales líquidos del cuerpo generan constantemente corrientes eléctricas. Estas corrientes se relacionan a menudo con otras cosas. Esto significa que, al igual que ocurre en el láser, las frecuencias están al unísono con un cierto entorno. Tales vibraciones láser pueden propagarse dentro del cuerpo e irradiar hacia su alrededor. Esto hace recordar los posibles efectos curativos del sonido del tambor. Cuando la presión de un golpe de tambor actúa conjuntamente con el tejido corporal, se producen campos y corrientes eléctricas rítmicas que influyen en la actividad biológica de los tejidos.
Existe además otro sistema nervioso, el sistema perineural. Está compuesto por una capa de tejidos entrelazados que rodean el sistema nervioso. Han sido descritos por Robert O. Becker en una serie de artículos. Más de la mitad de las células cerebrales son células perineurales o gliales. Debe imaginarse al sistema perineural como un segundo sistema nervioso que trabaja con corriente continua. Es dirigido por las células cerebrales y toma parte activa en todo proceso de curación. Si una parte del cuerpo se encuentra dañada, el sistema perineural genera un potencial eléctrico en ese lugar, que advierte al cuerpo del daño. Con ayuda de ese potencial eléctrico el sistema perineural dirige células hacia el lugar lastimado, como glóbulos blancos, fibroblastos o células móviles de la piel. El potencial eléctrico se modifica durante el proceso de curación. El sistema perineural es además muy sensible a los campos magnéticos exteriores. Cuando la corriente eléctrica fluye a través de un conductor, siempre aparece alrededor suyo un campo magnético. Las corrientes eléctricas en el cuerpo humano producen campos magnéticos, denominados campos biomagnéticos. Penetran en el cuerpo y lo rodean. Se han podido mensurar estos campos por medio de medidores biomagnéticos sensibles. El Dr. John Zimmerman de la Facultad de Medicina de la Universidad de Colorado utilizó un así llamado SQUID (Super Conducting Quantum Interference Device) para medir los campos biomagnéticos de muchas partes del cuerpo, por ejemplo, el cerebro, el corazón y distintos órganos.

Estos resultados biomagnéticos nos ayudan a comprender las funciones del cuerpo y a diagnosticar enfermedades. El más potente de los campos biomagnéticos se haya localizado en el corazón.

Ha llegado a ser medido a una distancia de 4.50 metros. El cerebro y otros órganos están rodeados de sus propios campos biomagnéticos. Estos campos pulsan con distinta frecuencia y actúan en forma interrelacionada.
Cuando un órgano está sano tiene una frecuencia determinada, si se enferma esta frecuencia se modifica. Todos estos campos biomagnéticos conforman un gran campo biomagnético que rodea el cuerpo. Efectivamente se corresponde con lo que denominamos aura. Por esta razón, aún cuando existen otros aspectos, el campo biomagnético es uno de los componentes principales del aura.
Estos campos tienen a su vez influencia sobre otros campos que se encuentran en las proximidades, aún sobre los de otras personas. Este principio se denomina inducción. Significa que un campo magnético puede actuar sobre otro, en la medida en que produce cambios en el campo o modifica incluso la intensidad y frecuencia de la corriente eléctrica que circula en su conductor. Es decir, el campo biomagnético de una persona puede actuar sobre el de otra y de esta manera influir a veces sobre el bienestar general así como sobre el funcionamiento de los órganos y los tejidos. De este modo se define el verdadero significado del concepto “personalidad de gran magnetismo”.
Al mismo tiempo es el fundamento científico del hecho de que una persona puede producir un efecto terapéutico sobre otra. Desde un punto de vista científico la piel no representa el límite de una persona, sino que su personalidad se extiende hacia el entorno. Sabemos, por experiencia personal, que esto es cierto, ya que cada uno de nosotros alguna vez ha sentido la presencia de otros. Esto está ahora probado e incluso explicado científicamente.
También las manos están rodeadas de campos biomagnéticos. Se han medido los campos de los terapeutas durante los tratamientos y se comprobó que eran mucho más intensos que los de las personas corrientes. Se utilizó un simple medidor magnético compuesto de dos bobinas de 80.000 vueltas cada una y se lo conectó a un amplificador. Las manos de los terapeutas alcanzaron un valor de 0.002 Gausios, lo cual es mil veces más alto que cualquier otro campo que emite el cuerpo. El campo pulsó con diferentes frecuencias entre 0.3 30Hz, oscilando mayormente entre 7 y 8 Hz. La fuerza curativa en las manos es producida, al menos en parte por el sistema perineural. Este sistema rodea los nervios y ofrece un camino para la corriente continua. Las corrientes son moduladas por impulsos cerebrales que, a su vez, son dirigidas por el tálamo.


Las manos emiten posiblemente también otros tipos de energía que tienen efectos terapéuticos. Hay ciertos indicios de que las manos de los terapeutas irradian rayos infrarrojos, microondas y otras variedades de fotones, a los que responden los sistemas biológicos. Si la persona está enferma, las frecuencias biomagnéticas de uno o varios órganos no se encuentran en la franja saludable. El científico Herbert Fröhlich, quien descubrió muchas cosas interesantes sobre los campos biomagnéticos del cuerpo, lo describe del siguiente modo: “Un componente formado por células, por ejemplo el tejido o un órgano, dispone de frecuencias combinadas, que regulan procesos importantes, como por ejemplo la división celular. Estas frecuencias de mando son por lo general muy estables. Si por algún motivo una célula modifica su frecuencia, las células vecinas emiten señales que restablecen la frecuencia correcta. Pero si son muchas células que pierden su ritmo, entonces la fuerza de las vibraciones combinadas se va aflojando hasta que deja de ser estable. La pérdida de la cohesión puede derivar en enfermedades o trastornos”.
Esta interpretación coincide con la idea metafísica, según la cual una enfermedad, antes de manifestarse corporalmente, comienza primero en el aura o en el campo biomagnético.

Si un terapeuta coloca sus manos en las proximidades de un órgano enfermo y comienza su trabajo, el campo biomagnético que procede de sus manos se volverá mucho más potente que el del órgano enfermo. Además, la frecuencia del campo biomagnético de sus manos comienza a pulsar en la frecuencia exacta que necesita el órgano enfermo. Dado que el campo biomagnético del terapeuta es más potente que el del órgano enfermo, las frecuencias sanas son inducidas hacia el campo del órgano enfermo. De esta manera se acomodan nuevamente en la franja de la salud. Esto tiene a su vez efecto sobre las corrientes eléctricas que actúan en las células y en el sistema nervioso dentro y fuera del órgano, así como también sobre el normal desarrollo del órgano. De esta manera se produce la cura.

Se han realizado investigaciones sobre las frecuencias curativas para determinados tejidos corporales. Los nervios sanan con una frecuencia de 2Hz , los huesos con alrededor de 7 Hz y los vasos capilares con alrededor de 15 Hz.
Este procedimiento también es posible en dirección inversa, si un terapeuta sondea o busca detectar trastornos en el campo biomagnético del paciente. En este caso el experto desplaza una o ambas manos colocándolas unos pocos centímetros por encima del cuerpo y se concentra en lo que siente en sus palmas. El campo del paciente modifica el de la mano del experto y este puede sentir ese cambio. De esta manera el experto puede comprobar la existencia de trastornos en el campo biomagnético del paciente.

Una de las singularidades de Reiki radica en que la capacitación para practicarlo se consigue a través de una sintonización. Reiki tampoco debe ser guiado por la conciencia del terapeuta, sino que se guía a sí mismo, sin servirse para ello de la energía personal del terapeuta. Sabiendo esto nos preguntamos entonces como funciona la sintonización y el tratamiento de Reiki. La sintonización podría despertar un aspecto innato en nosotros, que se mueve a un nivel de inteligencia superior en relación a la totalidad, el bienestar y la curación. Dado que esa inteligencia no es parte de nuestra conciencia, podría decirse que llega a nosotros desde una fuerza supra consciente. Por otra parte, el hecho de que nuestra energía personal no es “absorbida” demuestra que la sintonización abre o activa una fuerza energética que se diferencia de aquellas mediante las cuales cubrimos nuestras necesidades cotidianas de energía. Por esta razón Reiki da sustento a la idea de que en nosotros reside un potencial oculto, que muy pocas personas utilizan, pero que puede ser despertado.



El supra consciente dirige posiblemente la función del tálamo y del sistema nervioso perineural, de manera que se produce la energía de Reiki y es llevada al lugar dañado a través de las manos del terapeuta. La energía de Reiki es probablemente una mezcla especial de distintas variedades de energía, entre ellas la biomagnética. Ellas están condicionadas por el supra consciente para transformarse en exactamente aquello que necesita la parte del cuerpo en donde están apoyadas las manos, para que de ese modo vuelva a comenzar el proceso de curación y también se lleve a buen término. Conociendo esto es fácil de imaginar que la curación podría ser más profunda y efectiva, si estuviesen comprendidos en ella aspectos más elevados del supra consciente, con el fin de vincular fuerzas y frecuencias energéticas especiales, de manera que la curación se produzca más rápidamente y en casos aún más complejos. Para ello se necesitan combinaciones especiales de amor, compasión y misericordia,
por medio de las cuales el lugar dañado logra abandonar con mayor rapidez las viejas estructuras y recuperar su salud. Puede compararse esta situación con la de un mecánico experto, que gracias a su experiencia puede reparar incluso aquellos automóviles frente a los cuales otros mecánicos no tienen soluciones. Mientras tengamos una comprensión cada vez más amplia y nos curemos a nosotros mismos de manera profunda, seguirá despertándose más y más nuestro potencial de curación y nos pondrá en contacto con los aspectos más elevados del supra consciente. ¡De este modo seguiremos desarrollando capacidades cada vez mejores!

Algo típico de los campos biomagnéticos es la pérdida de potencia a medida que crece la distancia con respecto a la fuente de energía. Las teorías arriba mencionadas explican el proceso de curación cuando el experto se encuentra cerca del paciente, pero entonces ¿cómo podría explicarse la curación a distancia, cuando el paciente está ubicado quizás a varias millas de distancia o incluso cuando vive del otro lado del globo?

Quizás sean ondas escalares las que hacen posible la curación a distancia. Si dos campos magnéticos tienen exactamente la misma frecuencia y están ubicados en la fase opuesta, pueden anularse mutuamente. El efecto de los campos no se anula a causa de esto, ya que siguen existiendo los potenciales que crean lo que llamamos las ondas escalares. Estas ondas no actúan conjuntamente con los electrones, como sí ocurre en el caso de los campos magnéticos, sino que lo hacen con los núcleos atómicos. Ni una jaula de Faraday ni ninguna otra barrera las detiene y se multiplican a cualquier distancia sin perder su fuerza. Se sabe que pueden actuar incluso sobre tejidos biológicos y que pueden favorecer la curación. Es posible que sean estas ondas y no los campos magnéticos la principal fuente de los efectos curativos. Según el Dr. James Oschman, “puede considerarse que los campos eléctricos y magnéticos producen un efecto en el organismo, sin embargo, otros investigadores suponen que ese efecto se debe en realidad a ondas escalares”. Si bien las teorías antes mencionadas constituyen hasta cierto punto un aporte para explicar los procesos de curación, subsiste sin embargo un aspecto no develado tanto de estos procesos como del trabajo espiritual.

Para crear campos magnéticos y ondas escalares se necesitan cuerpos u otros objetos físicos. Sin embargo, muchos terapeutas tienen experiencias directas con seres superiores, los cuales producen la curación. Estos seres carecen de cuerpo. ¿Cómo se produce entonces su energía curativa? Estas preguntas son un buen fundamento para desarrollar una mejor comprensión del acto de la curación y de la naturaleza de la conciencia. Todo tejido corporal vivo compuesto de átomos y moléculas está en contacto directo con las fuerzas de la naturaleza, que influyen en su desarrollo. Es por cierto legítimo suponer que estas fuerzas se transformaron con el desarrollo de la vida en parte de las funciones corporales. Entre ellas se encuentran fuerzas conocidas y también otras desconocidas.
En la medida en que estudiemos los objetos vivientes y en especial a nosotros mismos, tendremos la oportunidad de comprender las fuerzas más profundas y secretas del universo. Probablemente la ciencia se siga ocupando del estudio de las curaciones y de los mundos espirituales y de esta manera haga sorprendentes descubrimientos, que permitan el desarrollo de nuestra conciencia y produzcan un cambio en la vida sobre este planeta.

Artículo tomado de: El Espíritu de Reiki. Walter Lübeck, Frank Arjava Petter y William Lee Rand.

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