Si te molesta la palabra "imbécil" puedes reemplazarla por "persona cuya identidad gravita alrededor de un sistema neurótico de creencias llamado ego".
La mayor decepción de nosotros los meditadores modernos es continuar siendo imbéciles a pesar de la práctica de meditación. El nirvana, la trascendencia del ego, la disolución de los miedos, la siempre presente no-dualidad. Todos los productos que te vendieron en el brochure de la meditación tal vez sólo los acariciaste por breves momentos para luego volver al terrenal mundo de tus deseos y traumas.
La meditación no es inservible. Si no fuera por ella
yo no estaría escribiendo ésto y no sería consciente de que un gobierno clandestino comanda mis acciones el 99% de mi vida. A pesar de eso, conviene preguntarnos por qué seguimos gravitando al compás de las mismas acciones y creencias. ¿Por qué sigues siendo un imbécil a pesar de la meditación?
Porque reconocer que eres un imbécil es el primer signo de que la meditación funciona: El imbécil por lo general es el otro. Gracias a la meditación llegas a darte cuenta de que el imbécil eres tú y que la imbecilidad del mundo es un reflejo de tu propia imbecilidad.
Porque el ego contraataca: El ego interpreta cualquier signo de lucidez como una amenaza a su existencia. Contrarresta fuertemente con una sofisticada ofensiva que te devuelve a tu estado tradicional de imbecilidad.
Porque no te urge dejar de ser imbécil: Consentido por los placeres de la modernidad, te conformas con limosnas de felicidad pasajera basadas en seguridades ilusorias. Reversar décadas de imbecilidad requiere algo más que meditar 30 minutos diarios, pero tu nivel de sufrimiento no es lo suficientemente fuerte como para que te urja transcender.
Porque meditar es sumergirse en tu imbecilidad: contrario a la creencia popular, la meditación es mirarte al espejo y contemplar tu ego lo más cerca posible, no alejarse de él. Este descenso a los confines de tu fantasía personal traerá consigo la irresistible tentación de enamorarte más de ella...
Porque confundes el fin con el medio: la meditación no es una pastilla que te quita el dolor de cabeza. Es un examen a tu psique para entender lo que provoca el dolor. Mirarla como "pastilla" no acelerará su efecto.
Porque sigues rodeado de imbéciles: me refiero a personas que no saben que son imbéciles. La ignorancia se contagia. Para perpetuar tu consciencia de ella has de relacionarte más con otras personas que también han descubierto su imbecilidad.
Porque le das cualidades milagrosas a la meditación: en realidad no eres tan imbécil, lo que pasa es que piensas que si meditas mucho vas a tirarte pedos con olor a incienso. ¡No! Un estado meditativo se usa cuando vas al supermercado, cuando te peleas con tu pareja, cuando tienes problemas en la oficina, Meditar es ejercitar el arte de poner atención, no es una píldora milagrosa para tele-transportarte instantáneamente al Samadhi.
No subestimes los efectos a largo plazo de la meditación, no te detengas, no medites para iluminarte, medita para ser un mejor imbécil. Un imbécil consciente de su imbecilidad. Ese es el primer paso para el fascinante viaje hacia la trascendencia.
Como dice una muy apreciada amiga del grupo de Facebbok: "Sigo siendo imbécil pero voy más relajada"
Alejandro Cervantes
No hay comentarios:
Publicar un comentario